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maravillosas pruebas de su bondad, se desvaneca ahora, como si l, que me haba alimentado
milagrosamente, no pudiese salvar, con su poder, los bienes que su bondad me haba conferido. Me
reproch mi comodidad, por no haber sembrado ms grano que el necesario para un ao, como si estuviese
exento de cualquier accidente que destruyera la cosecha, y consider tan merecido este reproche, que
decid, en lo sucesivo, proveerme de antemano con grano para dos o tres aos, a fin de no correr el riesgo
de morir por falta de pan, si algo ocurra.
Qu misteriosos son los caminos por los que obra la Providencia en la vida de un hombre! Qu secretos
y contradictorios impulsos mueven nuestros afectos, conforme a las circunstancias en las que nos hallamos!
Hoy amamos lo que maana odiaremos. Hoy buscamos lo que maana rehuiremos. Hoy deseamos lo que
maana nos asustar e, incluso, nos har temblar de miedo. En este momento, yo era un testimonio viviente
de esa verdad pues, siendo un hombre cuya mayor aflicción era haber sido erradicado de toda compaa
humana, que estaba rodeado nicamente por el infinito ocano, separado de la sociedad y condenado a una
vida silenciosa; yo, que era un hombre a quien el cielo haba considerado indigno de vivir entre sus
semejantes o de figurar entre las criaturas del Seor; un hombre a quien el solo hecho de ver a uno de su
especie le habra parecido como regresar a la vida despus de la muerte o la mayor bendición que el cielo
pudiera prodigarle, despus del don supremo de la salvación eterna; digo que, ahora temblaba ante el temor
de ver a un hombre y estaba dispuesto a meterme bajo la tierra, ante la sombra o la silenciosa aparición de
un hombre en esta isla.
Estas vicisitudes de la vida humana, que despus me pro vocaron curiosas reflexiones, una vez me hube
repuesto de la sorpresa inicial, me llevaron a considerar que esto era lo que la infinitamente sabia y
bondadosa Providencia divina haba deparado para m. Como no poda prever los fines que persegua su
divina sabidura, no deba disputar sus decretos, puesto que l era mi Creador y tena el derecho irrevocable
de hacer conmigo segn su voluntad. Yo era una criatura que lo haba ofendido y, por lo tanto, poda
condenarme al castigo que le pareciera adecuado y a m me corresponda someterme a su cólera porque
haba pecado contra l.
Pens que si Dios, que era justo y omnipotente, haba considerado correcto castigarme y afligirme,
tambin poda salvarme y, si esto no le pareca justo, mi deber era acatar completamente su voluntad. Por
otro lado, tambin era mi deber tener fe en l, rezarle y esperar con calma los dictados y órdenes de su
Providencia cada da.
Estos pensamientos me ocuparon muchas horas, mejor dicho, muchos das, incluso, podra decir que
semanas y meses, y no puedo omitir uno de los efectos de estas refle xiones: Una maana, muy temprano,
estaba en la cama, con el alma oprimida por la preocupación de los salvajes, lo que me abata
profundamente y, de pronto record estas palabras de las escrituras: Invócame en el da de tu aflicción que
yo te salvar y t me glorificars59.
Entonces, me levant alegremente de la cama, con el corazón lleno de confianza y la convicción de que
le rezara fervorosamente a Dios por mi salvación. Cuando termin de rezar, cog la Biblia y, al abrirla,
tropec con las siguientes palabras: Aguarda al Seor y ten valor y l fortalecer tu corazón; aguarda, he
dicho, al Seor60. No es posible expresar hasta qu punto me reconfortaron estas palabras. Agradecido, dej
el libro y no volv a sentirme triste; al me nos, por esta vez.
59
Salmo 50, 15.
60
Salmo 27, 14.
En medio de estas meditaciones, miedos y reflexiones, un da se me ocurrió que todo esto poda ser,
simplemente, una fantasa creada por mi imaginación y que aquella huella bien poda ser ma, dejada en
alguna de las ocasiones que fui a la piragua. Esta idea me reanimó y comenc a persuadirme de que todo
era una ilusión, que no era otra cosa que la huella de mi propio pie. Acaso no haba podido tomar ese
camino para ir o para regresar de la piragua? Por otra parte, reconoca que no poda recordar la ruta que
haba escogido y comprend, que si esta huella era ma, haba hecho el papel de los tontos que se esfuerzan
por contar historias de espectros y aparecidos y terminan asustndose ms que los dems.
Entonces me arm de valor y comenc a asomarme fuera de mi refugio. Haca tres das y tres noches que
no sala de mi castillo y comenc a sentir la necesidad de ali mentarme, pues dentro solo tena agua y
algunas galletas de cebada. Adems, deba ordear mis cabras, lo cual era mi entretenimiento nocturno, ya
que las pobres estaran sufriendo fuertes dolores y molestias, como, en efecto, ocurrió, pues a algunas se les
secó la leche.
Fortalecido por la convicción de que la huella era la de mis propios pies, pues he de decir que tena
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